lunes, 31 de mayo de 2010

Breve Historia del Lenguaje Runico

En la antigua creencia escandinava, las runas eran de origen divino (nórdico antiguo: reginkunnr). Esto se atestigua ya alrededor del s. VII a. C. en la inscripción de la piedra de Noleby, en Suecia (Runo fahi raginakundo toj[e'k]a..., que significa "Preparo la adecuada runa divina..." ) y en la piedra de Sparlösa del siglo IX (Ok rað runaR þaR rægi[n]kundu, que significa "e interpretar las runas de divino origen"). Más notablemente, en Hávamál, verso 80, se describe también a las runas como reginkunnr





Existen dos relatos sobre cómo las runas se dieron a conocer a los mortales. El Rígsþula cuenta como Ríg, identificado como Heimdall en la introducción, tuvo tres hijos de mujeres humanas: Thrall (esclavo), Churl (hombre libre) y Jarl (noble). Estos hijos se convirtieron en los ancestros de las tres clases de hombres que indican sus nombres. Cuando Jarl alcanzó la edad de comenzar a manejar armas y mostrar otros signos de nobleza, Rig volvió y, habiendo reconocido a Jarl como su hijo, le enseñó las runas. En 1555, el exiliado arzobispo sueco Olaus Magnus registró una tradición sobre un hombre llamado Kettil Runske que había robado tres bastones rúnicos de Odín y aprendido así las runas y su magia.






Las runas se desarrollaron de forma tardía, siglos después de los alfabetos mediterráneos de los cuales probablemente descienden. Existen similitudes con los alfabetos de origen fenicio (latino, griego, etrusco) que no pueden atribuirse a la mera casualidad. Uno de los antiguos alfabetos itálicos, el alfabeto rético de Bolzano, suele citarse frecuentemente como candidato a ser el origen de las runas, con sólo cinco runas del futhark antiguo ( e, ï, j, ŋ, p) que no tienen su correspondencia en el alfabeto de Bolzano. Esta hipótesis suele ser denegada por académicos escandinavos, que frecuentemente favorecen el origen latino de la mayoría de las letras rúnicas.
La tesis del origen itálico antiguo o etrusco del norte se apoya en la inscripción del casco de Negau que data del siglo II.
Las formas angulares de las runas son compartidas con la mayoría de los alfabetos contemporáneos de la época empleados en grabados sobre piedra o madera. Una peculiaridad del alfabeto rúnico, en comparación con la familia del itálico antiguo, es la ausencia de trazados horizontales. Las runas se escribían normalmente en los bordes de pequeñas piezas de madera. Los surcos primarios grabados recorrían la pieza de forma vertical, en dirección contraria a la de la veta de la madera: las curvas son difíciles de trazar, y las líneas horizontales se pierden entre las vetas naturales de la madera. Esta característica es también compartida con otros alfabetos, como las primeras formas del alfabeto latino empleadas en la inscripción Duenos.
La hipótesis del origen germano occidental especula con que el alfabeto rúnico fuera introducido por tribus germánicas del oeste. Esta hipótesis se apoya en que las inscripciones más antiguas (c. 200 d. C.), encontradas en ciénagas y tumbas en la zona de Jutlandia (las inscripciones de Vimose), muestran terminaciones de palabra que, siendo interpretadas por filólogos escandinavos como protonórdico, no han sido aún resueltas y son objeto de disputas entre lingüistas. Inscripciones como wagnija, niþijo y harija representan supuestamente los nombres de tribus. Como hipótesis se han propuesto los nombres de los Vangiones, los Nidensis y los Harii, tribus situadas en la zona de Renania.Dado que los nombres terminados en -io son una adaptación de la morfología germánica de la terminación latina -ius, y el sufijo -inius se convierte en germánico -inio-, la problemática terminación en -ijo en la declinación masculina del protonórdico podría resolverse asumiendo la influencia romana en la zona de Renania, mientras que el extraño final en -a de laguþewa (cf. Syrett 1994:44f.) puede resolverse aceptando que el nombre pueda ser germano-occidental.



Sin embargo, debe notarse que en el periodo temprano de la escritura rúnica se asume que las diferencias entre las lenguas germánicas son mínimas. Otra teoría asume una unidad germánico septentrional occidental que precede la emergencia del protonórdico, propiamente hasta el siglo V. Una sugerencia alternativa que explica la imposibilidad de clasificar las primeras inscripciones tanto de septentrionales como de occidentales es la propuesta por È. A. Makaev, quien asume un "koiné rúnico especial", un germánico literario temprano empleado por toda la comunidad germano-común tras la separación del gótico (siglos II a V), mientras los dialectos hablados se habrían hecho cada vez más diversos.
El génesis del Futhark antiguo se completó para principios del siglo V, con la piedra de Kylver convirtiéndose en la primera evidencia del orden del futhark, así como de la runa peorth.

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